Hace poco leí un artículo muy entretenido llamado “El síndrome Mr. Burns”. Para quienes han visto alguna vez la serie “Los Simpson”, recordarán al jefe de Homero; un multimillonario que disfrutaba con el sufrimiento de sus empleados. Este artículo planteaba de manera muy exacta lo que pasa con los jefes sociópatas y cómo las personas no abandonan a sus trabajos, sino más bien abandonan a sus jefes, sin embargo, más allá de hablar de los malos jefes, o de los buenos jefes, me gustaría invitarlos a reflexionar sobre que ocurrió con el liderazgo en las empresas producto de la Pandemia Covid-19 por todos nosotros conocida.
En marzo de este año comencé una investigación académica sobre los efectos del liderazgo a partir del escenario mundial provocado por la reciente pandemia mundial, y aunque no ha finalizado formalmente ya podemos entregar algunas percepciones interesantes de lo que ocurre en cuanto a la modificación de conducta, de un día para otro tuvimos que salir de nuestra zona de confort, de cómo era para nosotros el mundo, las rutinas, para confinarnos y con ello tratar de seguir haciendo como si nada pasara, pero, si pasó y si tuvo efectos en nosotros, en las familias, en las empresas, en los liderazgos, en los comportamientos, en las emociones y en la forma de trabajar, poco a poco se va normalizado el teletrabajo y con ello nuevas formas de interacción e interrelación comunicacional.
Las conductas de éxito que conforman el liderazgo, como toda serie de comportamientos estratégicamente orientados que hacen a una empresa distinta de la otra, se vieron en jaque (utilizando una jerga ajedrecista), a muchos se les fue el control inmediato de las manos, la responsabilidad de tener a los empleados motivados y de gestionar de manera eficaz, comenzó a ser una preocupación no menor, ya que a quienes lideraban no estaban físicamente cerca, estaban a un click de distancia y con horarios cada vez menos definidos.
Los líderes empresariales se dedicaron más a la eficiencia y productividad para guiar a sus equipos, a las habilidades “más duras” que son más fáciles de medir a distancia, y habilidades conductuales relacionales comúnmente llamadas “habilidades blandas” comenzaron a decaer, lideres acostumbrados a trabajar en una oficina, se vieron obligados a gestionar nuevos paradigmas, nuevos protocolos, nuevos rituales, nuevas herramientas.
Pero no todo es crítico, también sucede que los liderazgos gestionados con éxito en tiempos de confinamiento, son aquellos que contaban con una formación transversal no solo cognitiva, sino que también una que apunta a sentir, vivir y comprender que el liderazgo es una actitud de vida y servicio, de amor al otro, de entrega, de constante aprendizaje para lograr, no solo ser la mejor versión de sí mismo en crisis, si no que acompañar a otros para que desarrollen también la mejor versión de sí mismos, el líder coach comprende en la crisis una oportunidad para expandir su potencial y expandir el potencial de su equipo cuando la zona de estabilidad se ve amenazada, el líder coach establece una relación de confianza y la mantiene con su equipo a pesar de no tener el control en todas las ocasiones, sabe escuchar con compromiso y sabe escucharse a sí mismo, procesando en el presente en el aquí y ahora, que para este estado de confinamiento suele ser emocionalmente la dificultad más peligrosa de todas, exceso de pasado nos puede llevar a la depresión, así como el exceso de futuro a la ansiedad, aprender a vivir el presente significa procesarlo expandiendo la conciencia propia y de sus colaboradores, el líder coach tiene claridad de a dónde ir y cuáles son las prioridades, y las comparte con su equipo manteniendo así propósitos claros y apoya a cada uno a saber lo que tiene que dar para no “sobrevenderse” y lograr contribuir a tener tiempos de calidad, laboral, de diversión, de estudio, de familia, utilizando sistemas y estructuras de apoyo para establecer confianza haciendo surgir posibilidades de acción y compromiso.
El ser humano en su esencia es social, no se le puede considerar aislado, pero evidentemente no se concibe una sociedad por ejemplo de constructores, si sus miembros carecen de capacidad para construir.
Los invito a conocer, construir y vivir el arte y la destreza del coaching, a través de las 9 maestrías de la IAC, a compenetrarse en el estudio y práctica de sus habilidades y competencias, que sin dudar es el camino a convertirse en un líder coach que habla y actúa desde el amor y el servicio
Juan Fernando Guzmán C,Ph.D Coach Ontológico y Organizacional Director Ejecutivo
CMG CONSULTORES
IAC Member 138.381